…lo dice y lo va revelando el pensamiento que preside su actuar, y lo que efectivamente hace. Esta relación se refuerza mutuamente, y/o puede sufrir fisuras, hasta generar una cierta ruptura, que en proceso, da lugar a otro modo de ser. Esto siempre es posible, más en contextos concretos pueda que para unos determinados casos, eso no sea probable.
Por lo mismo se ha de inferir que para que se operen cambios en una persona, en un maestro de escuela, por ejemplo, se requiere la concurrencia multifactorial y de condiciones apropiadas, empezando por las de orden subjetiva e intersubjetivas en condiciones concretas. Por eso se ha de entender, en todo caso, que ese proceso no es cosa fácil. Y por eso, la realidad que habitamos, por ejemplo, los espacios en que desempeñamos la labor, ilustra cómo los cambios positivos en ciertas áreas, antes que ocurrir -y no obstante ser deseados-, contrariamente se agravan o agudizan, reafirmando una cierta manera de ser resistente al cambio.
Más aun, se podría aseverar que, entre más entrados en años y, en ausencia de ciertos hábitos potencialmente propiciadores de que ocurran aquellos, como la lectura de buenos y selectos libros, y entornos altamente competitivos en novedades y riesgos, más remoto sería que ocurriera esa posibilidad. Y sí la relación vertical de autoridad es de laxitud y contemporizadora con el estatus quo, cualquier cambio quedaría clausurado de por vida.
Los antecedentes de pereza intelectual, de carencia de aventuras y riesgos para encarar la vida, los ambientes signados por la modorra y aletargantes modus vivendis, como la nula vivencia inspiradora de maestros paradigmáticos en emprendimiento, formación ética y actitud inquisidora e investigativa, configuran sujetos de tal factura, que con el peso de los años encima, ya como maestros, sin ser sacudidos por extraordinarios períodos o coyuntura de quiebre histórico, devienen en estoicos rutinarios, felices en una “comodidad” otorgada por un hacer lo mismo, teniendo además, la seguridad personal de una estabilidad laboral y un salario que para nada lo inquietan.
Si en el proceso “educativo” no formalizado de la casa y la familia, y en los procesos escolares, las personas jamás fueron conmovidas en la aprehensión de los paradigmas de la(s) ciencia(s), la comprensión de tal práctica y los obstáculos por vencer por vía metodológica para acceder a su territorio, y si en su espíritu tienen arraigado, prejuicios, nociones vulgares y credos de fe sobre el conocimiento científico y otros saberes racionales (aunque no alcanzen el rango del primero), pensar en dar pasos de avanzada en este particular y complejo acontecer, sin tributar esfuerzos y sin querer (afecto pasional) emprender tal periplo, emprendiéndolos a través de hechos puntuales (tareas, acciones), pues sencillamente las buenas intenciones no son suficientes; y de “buenas intenciones está empedrado el camino hacia el infierno.” Así, con la sola declaración de aquellas, ni siquiera se estaría próximo a la prehistoria de este tránsito.
Toda “empresa” demanda un presupuesto e incorpora al juego, incertidumbre y unos eventuales riesgos, trayendo además, como todo acto, unas determinadas consecuencias*.
Si mentalmente esto no es prefigurado, sino se prevé, y en consecuencia sino se encara con carácter y decisión (afecto, querer), ello no pasa de ser un tímido auto-consuelo, un generar falsas expectativa en los otros; aparentar, y seguir cómodamente instalado en la lógica de lo seguro, de lo que se conoce, se sabe y hace, desde siempre y, por los siglos, de los siglos...
Cuando se hace lo que corresponde, costeando con esfuerzo, estudio y decisiones consecuentes, tránsitos de renovación, la persona eleva al plano de su conciencia su práctica hecha cometido. Lo que adviene así es una persona diferente, proyecto a la vez. Y lo que está por realizarse, se constituye en auto-motivación. A este modelo de vida, le cabe la autodeterminación. Ser autónomo. Cuando no, lo que corresponde, es el ser heterónomo.
Ramiro del Cristo Medina Pérez
Santiago de Tolú, octubre 11- 2013
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*Así, proponerse uno abrazar una pedagogía diferente a la tradicional y, encarar la práctica de la investigación, inevitablemente conlleva a introducir modificaciones en la cotidianidad de la vida personal: 1. Seleccionar y ejecutar unas determinadas lecturas. 2. Hacer cosas (¿?) que antes no hacía en clase, empezando por el saludo. 3. Establecer diálogos frecuentes con un par -colega-, no por amigo, sí por estudioso y “militante” de la pedagogía y la investigación, para aclarar, contrastar, intercambiar material bibliográfico y escritos breves elaborados por las partes. 4. Insistir en las nuevas cosas, y agregar otras a la nueva “rutina”…, meterse la mano al dril para comprar los insumos y bienes culturales con los que nutrirse (…)
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